Ginesillo el del Arrabal, convertido en don Pablos por Quevedo, sigue de cerca al poeta, pues se la tiene jurada desde que aquello escribió. Junto a unos carcajeados Lope de Vega, Góngora, Calderón y compañía, Quevedo sufre el escarnio de la laboriosa venganza de que acaba siendo víctima.