El humor característico de las producciones literarias de Joaquín Belda adquiere en esta ocasión sus tintes más negros para acabar dando lugar a una crítica de la sociedad chismógrafa y prejuiciosa. Todo ello en el marco de una terrible venganza en el seno de la amistad, motivo de tintes paródicos en su relación explícita a los folletines de Pérez Escrich.