Una situación de horror en una oficina de lo más normal. Cuando nuestro protagonista llegó esa mañana a su empresa, nada le hacía sospechar lo que iba a vivir. Porque nunca sabemos cómo, cuándo, dónde el horror nos espera. No siempre es debajo de la cama, en la oscuridad de la noche, en solitario, sin nadie que pueda socorrernos. A veces lo más terrorífico sucede a plena luz del sol y rodeados de congéneres. ¿Para qué quiere un jefe unos cristales unidireccionales?