Hacía años que no sabía nada de ella. Los churros con chocolate me ayudaron a disimular el asombro y la angustia que me producía la historia compartida en una tarde de invierno, con la lluvia lavando la tristeza y los tejados. La vida, a veces, te devuelve una cara de tu niñez, una cierta complicidad creada en los recreos y una sonrisa que nunca desapareció de mi memoria. A veces, también, te sorprende ver que esa sonrisa ha tenido que luchar, mucho, para no desvanecerse fuera de los muros de tu infancia.