La historia de Hipólito es la historia de la Galicia rural, de su transformación, de la llegada de la modernidad arrasando con sus costumbres y su modo de vida, reemplazando robles y castaños por eucaliptos, construyendo urbanizaciones de adosados en montes comunales e instalando en la mentalidad colectiva el clientelismo hacia las subvenciones públicas y el voto conservador.
Hipólito no estaba loco, o no lo habrían dejado salir del psiquiátrico tan alegremente. Y no era tan tonto como todos pensaban, o el patrón no le habría dado trabajo en su empresa para que vigilara y limpiara las naves. Claro que el patrón era un buen hombre, eso lo sabe todo el pueblo. Por eso a nadie le extraña que los negocios le vayan tan bien. Tampoco le intriga a nadie la mala suerte de sus competidores, ni su tendencia a morirse en los accidentes más desafortunados. Situaciones fortuitas en las que el pobre Hipólito, con sus inseparables zapatillas de franela, no tiene nada que ver.