El libro está dividido en tres partes: la primera con la historia a la que da título, luego un relato aparte que ocupa una tercera parte de las páginas y por último un pequeño ensayo sobre lo que supone el género de espías y los diferentes tipos de terror desde un punto de vista sociopolítico.
Si no llega a ser por ese último ensayo el libro me habría gustado mucho menos, ya que al menos defiende con buenos argumentos en qué consiste una buena historia de espías. Y he descubierto que no me gusta, no al menos de la forma tradicional por la que se conoce en la mayoría de obras de ficción y películas.
El protagonista es como si James Bond tuviera que compaginar su trabajo con ser conserje y, no conforme con su chulería tuviera también que fardar de lo mucho que sabe y que no puede contarte.
El origen de todo lo sobrenatural que sucede procede de una mezcla de física (muchas matemáticas), electrónica e informática. Y si bien puedo entender que está sentando las bases de la fantasía, no puedo evitar sentirme como si un mecánico me dice que el coche no va bien por culpa de la "junta de la trócola" con condescendencia.
Pero lo peor de todo es el trato al género femenino. Hay varias mujeres a lo largo de la obra que van desde la damisela en apuros (con toques de paternalismo) hasta arpías y trepas pasando por secretarias insoportables. Están todas para que no te gusten y odiarlas. La única excepción es una inspectora de policía del relato añadido, pero qué no compensa la proyección que se hace del resto.
La ambientación es buena y ese leve atisbo de "horrores insondables" está bastante bien retratado de lejos, porque de cerca nos habríamos vuelto todos locos.
La traducción es buena, aunque hay algunas expresiones que me han chirriado en castellano. La traducción del relato añadido y del ensayo parece más cuidada que el resto.