Atención: no leas esta historia hasta después de haber leído Nos devoró la niebla
Érase una vez un músico excepcional. Era tal el embrujo de su música, que incluso los animales se detenían para escucharle.
El músico viajaba de pueblo en pueblo, de corte en corte, de aldea en aldea. Tocaba en las plazas y en los salones, y así fue como acabó frente a la morada de una hechicera…