PRÓLOGO
Demasiadas veces se nos insiste en que debemos ser evaluadas y evaluados, siempre desde criterios ajenos a nuestra persona, pero por nuestro bien. La búsqueda de la excelencia se suele quedar en un número que nos cuantifica en base a la memoria y a la persistencia, en el mejor de los casos; en el pasado, recompensado ahora por un guarismo que nos clasifica entre los aptos y los no aptos, que nos hace sobresalir del resto, nos amontona en las medias o nos condena entre quienes necesitan compensatorias.
Esta evaluación desasosiega, traumatiza, nos prepara para un futuro individualista, según sus defensores. Y es que el mundo es así…
Afortunadamente, aún existen docentes que piensan que los conocimientos, emociones y habilidades nos construyen mientras los construimos en grupo; hacen prevalecer la integridad de la persona sobre los procesos ciegos; intentan que esas personas que constituyen su alumnado sean capaces de crecer de un modo holístico, que lo aprendido pase a formar parte vital, no accidental solo válido para el vómito de los exámenes.
Desde estos dos años de experiencia como alumno, pienso que este documento que tienes en tus manos es un ejemplo de esas otras vías de evaluación que nos pueden ayudar a crecer profesionalmente tanto como personalmente. Incluye reflexiones y alternativas en las que la evaluación no está desvinculada de la dinámica de la enseñanza-aprendizaje como un apéndice final, sino que es una constante que refuerza de manera permanente la implicación de todas las personas, alumnado y profesorado.
Desde el principio se insistió en la autonomía, en la voluntariedad, en la importancia de lo emocional, en lo vivencial, en el grupo, de ahí que la autoevaluación y la coevaluación hayan sido herramientas de análisis permanente.
Aprendimos a construir «apuntes», primero en pequeños grupos, expuestos públicamente y reformulados finalmente entre toda la clase, la cual extraía las preguntas que se consideraban más importantes para el conocimiento del tema, y entre las cuales se haría una selección para unos «exámenes» que eran corregidos por el propio alumnado y/o por los pares.
Una parte destacable fue la elección por parte del alumnado del material audiovisual y bibliográfico a partir del cual trabajar la materia, lo que requería una evaluación ya desde el principio para poder seleccionar lo más apropiado.
El aprendizaje en la calle ha sido una piedra angular de todo este proceso; aprendizaje de eventos sociales, culturales y artísticos, examinado en asambleas en las que todas participábamos y cuyos resultados se exponían en un blog* para el cual la clase asumió diferentes funciones, y que evaluamos en grupo.
Aprendimos a evaluar desde lo constructivo, a analizar el proceso mismo de la evaluación, para aplicarlo a nosotras mismas y a nuestras compañeras, señalando los puntos fuertes y los débiles para que en el futuro, un futuro inmediato donde se ponía en marcha lo aprendido, pudiéramos coordinarnos mejor en nuestra labor de animación.
El análisis de la construcción de los conceptos de «manipulación» y de «frontera», tanto externa como interna, nos ha puesto en la coyuntura de un análisis y evaluación permanente de nuestra propia identidad y de nuestros modos de relación, tarea fundamental en lo profesional y en lo personal.
Si algo hemos aprendido del happening sobre Igualdad, interpretado en diversos Centros Cívicos, con cerca de 500 jóvenes de 4º ESO, ha sido la necesidad de que todos evaluáramos de manera continua no solo qué se había hecho bien, qué podíamos mejorar, sino también cómo nos habíamos sentido, cómo se habían sentido las personas con las que habíamos trabajado, visualizando próximas intervenciones.
Como se verá en el documento, la evaluación final de lo aprendido durante el curso mediante una propuesta de sombras chinas constituyó todo un ejercicio de «conceptualización» y trabajo grupal, donde el cuerpo tomó el máximo protagonismo, revelando la importancia de la comunicación más allá de la oralidad.
Finalmente, los cuadernos y diarios de aprendizaje han sido unas herramientas fundamentales en la evaluación, pues en ellos no solo resaltábamos los conceptos y procesos cognitivos, sino que las emociones adquirían una importancia esencial.
Cine, música, ritmo, voz, silencio, espera, escucha, sentimientos…
Una experiencia completa, fatigosa y desconcertante al principio, es cierto, pues el peso de la costumbre nos vencía y nos remitía a largos años de pasividad, pero que paulatinamente asumimos como propia, y a la que ahora no renunciaría.
EDICIÓN de IES Emilio Ferrari con el apoyo de Interlineado.
Autores:
Paloma E. Pérez Pérez
Mª Pilar Diez García
Antonio del Barrio Sejas
Portada:
José Carreño
Prólogo:
J. M. de la Fuente Ríos.