El gobierno de Ennah fue corto, pero intenso y, tras la precipitación de los acontecimientos, Reddon se ve abocado a ocupar un trono que nunca fue para él. El joven emperador ha de lidiar también con las consecuencias de lo que el efímero mandato de su hermana ha propiciado. Su terra y, especialmente su familia, sufren aún las devastadoras consecuencias.
Obsesionado por la situación de su primo y sumido en una pesada culpa que lo somete ante la ira de su prima, Reddon busca la forma de resarcirse y restaurar el orden.
Dicen que la historia la cuentan los vencedores y al primer emperador varón de la dinastía Vakko le toca borrar de un plumazo la historia de su hermana y reconvertir la realidad, cubriéndola de grandeza y sacrificio.
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