Esta es la historia de un viaje a pie desde Oviedo hasta Santiago de Compostela, 321 kilómetros, quince días de trayecto, siguiendo la senda xacobea del Camino Primitivo. Una crónica con momentos de luz, de esfuerzo, de belleza y de sufrimiento, donde aprenderás a preparar tu camino, a escuchar a tu cuerpo, a elegir el calzado y a cuidar tus pies. Un relato de senderos al sol y a la sombra, de rutas solitarias y en compañía, de trayectos entre montañas, mañanas brumosas, bocadillos al pie de un tejo y fuentes con agua donde calmar la sed.
De aldeas en las que no te cruzas con nadie, pueblos con decenas de habitantes y tres ciudades. De catedrales, palacios, calles estrechas, casas humildes, edificios en ruinas, ermitas perdidas y de románico, gótico y barroco.
De la presencia de la vaca en la vida y en el paisaje. De hierba fresca, uva, madreselva. Del olor dulzón, como a manzanilla, del pasto empaquetado. De robles, castaños, laurel, nogal, árboles de ribera, avellanos. De huertas, maíz, pastos segados, berza, manzanas y ciruelas.
De religiosidad y ateísmo, de generosidad, de negocio y entrega, de más entrega que negocio, de más amabilidad que rudeza.
De albergues privados y públicos, albergues para olvidar, albergues de ensueño. De albergues con plazas libres y otros con el cartel de Completo. De carreras para lograr plaza en un alojamiento.
De duchas en baños compartidos, descanso en literas en habitaciones repletas. De tardes de paseo, de café, en sandalias, con las piernas doloridas. De cura de ampollas, masaje en las piernas y en los pies. De tiempo para el diario, la lectura, la charla con gente desconocida. De cenas con menú. A las diez en la cama y vuelta a empezar a las seis.
Esto, más o menos, es el Camino de Santiago. Este fue nuestro Camino Primitivo. Por dos semanas no tuvimos otra dios que el dios de los caminantes.