Ëkkam, forjada en hierro noche y deber, confiaba en la importancia de su misión: proteger el Imperio Imperecedero. No ha abandonado su puesto en años. Ahora los insignificantes y ridículos invasores llegados desde más allá del laberinto de espinos amenazan con volver su confianza en duda.
«Ellos, su pueblo, representaban la cúspide de todas las culturas, el final de la historia, el refinamiento supremo, el sumun de todos los conocimientos. ¿No eran acaso las más elegantes criaturas? ¿Las más inteligentes? ¿Los más hábiles artesanos? ¿Los mejores músicos?»
Ëkkam, Protectora de la Marca Meridional.
«Su espíritu debe ser libre. Todos los espíritus deberían ser libres.»
Una simple tamborilera.