Cuando los druidas aparecieron en los poblados, nadie se los tomó en serio. Solo los más viejos, en su más tierna infancia, los habían visto cara a cara. Las habladurías sobre su Arte tenían más de leyenda y exageración que de realidad, así que la mayoría asumió que aquellos ancianos desharrapados no eran más que un hatajo de vagabundos intentando engatusar a los incautos.
Pero algunos, sobre todo de entre los más jóvenes, decidimos creerles. La vida bajo el yugo del Imperio, la única que conocíamos, nos resultaba insoportable. Cualquier vía de salida de esa existencia de censura y sometimiento —de paz y estabilidad, según algunos— era recibida con ilusión. La oferta de los druidas avivó las ascuas de nuestro orgullo, así que los seguimos a su escondite en las montañas.
Soy amante de los relatos de fantasía y magia, y este es uno de los mejores que he leído últimamente, introduce al lector en un mundo que deja con ganas de más, espero que venga una continuación!
Excelente relato que mezcla magistralmente mitos clásicos, con fantasía, e incluso con alusiones a civilizaciones históricas reales. ¡Y también opino que nos deja con ganas de más!
Excelente relato, te engancha desde la primera palabra y sientes que llegue al final porque quieres más.