EMPÉDOCLES
EL PRIMER FILÓSOFO VEGETARIANO: SUS RAZONES IMPORTAN
Empédocles poeta, orador, demócrata, físico, médico, reformador religioso, ante todo, el filósofo de la amistad encarnada por la diosa Afrodita, que hizo de su vida un apasionado viaje por la vasta geografía del mundo de adentro, todo para concluir que el gran estigma que pesa sobre la especie humana es la funesta práctica del derramamiento de sangre. Empédocles es el primer filósofo vegetariano: sus razones, sus argumentos, nos importan hoy.
Fue un personaje predilecto del poeta romántico Hölderlin, que le dedicó algún poema y, sobre todo, una tragedia titulada La muerte de Empédocles. De poeta a poeta, Hölderlin intentó penetrar en el alma de un personaje que el pensamiento occidental no logra hacer encajar en sus moldes: no se entiende cómo se puede ser un entusiasta líder religioso, que predica la concordia, el rechazo al derramamiento de sangre y la dieta vegetariana y, al mismo tiempo, ser un físico, médico y político, que utiliza los resortes de la ciencia para explicar el mundo, la ciudad y el alma humana.
Tal vez esta complejidad del personaje hizo que el gran poeta Hólderlin, que seguramente contemplaba a su colega de Agrigento como un alma gemela, se bloqueara en su intento de rematar esa tragedia, de la que tenemos hasta tres versiones inacabadas de lo que fue la única tentativa dramática del poeta alemán.
Afrodita era la diosa predilecta de la nueva religión de Empédocles, que detestaba a los viejos dioses olímpicos, cuyos ensangrentados altares, con sus hecatombes, eran la viva imagen de un mundo sometido al imperio del odio. El filósofo de Agrigento propuso construir un mundo alternativo en el que los vasallos de la discordia, lejos de Ares, Tumulto o Zeus, inaugurasen un reino donde resplandeciera la amabilidad, el reino de la diosa Afrodita.
Empédocles es reconocido como uno de los grandes filósofos presocráticos. De su originalidad científica basta con recordar que es el autor de la teoría de los cuatro elementos, teoría que hizo suya Aristóteles en su física. De su incuestionable talante científico da prueba el hecho de que idease el célebre experimento de la clepsidra para demostrar la corporeidad del aire.
De los demás personajes del relato, sabemos que Pausanias es un joven seguidor de Empédocles, al que dedica sus poemas, pero no tenemos más noticias. Acrón era un médico de Agrigento, cuya rivalidad con Empédocles está documentada. Janto de Lidia es un historiador del que Diógenes Laercio dice que es autor de unos Escritos sobre Empédocles, que no han llegado a nosotros. Olimpia, Alexis y Delia son personajes enteramente de ficción, lo mismo que Pantea, si bien se sabe que Empédocles curó a una mujer que había dejado de respirar. Los nombres, no los personajes, de Delia y Pantea están tomados del drama de Hölderlin.
Hay personajes que aparecen en el relato, como Pitágoras, Parménides, Zenón, Protágoras, Gorgias, Heródoto o Hipódamo, de los que tenemos abundantes testimonios, no solo de sus obras y doctrinas, sino también de su presencia en Turios en la época de la fundación de la colonia.
Sobre la muerte de Empédocles, que centraba el proyecto dramático de Hölderlin, el relato se hace eco de las diferentes versiones. La supuesta muerte en el Etna arrojándose al volcán es la menos probable, aunque haya sido la más difundida. El relato que tiene el lector en sus manos está guiado por los criterios magistrales tan brillantemente fijados por Marguerite Yourcenar: “…aprenderlo todo, leerlo todo, informarse de todo… rastrear a través de millares de fichas la actualidad de los hechos; tratar de reintegrar a esos rostros de piedra su movilidad, su flexibilidad viviente… impedir que el vaho de un aliento empañe la superficie del espejo”, sin olvidar el precepto de Flaubert de atenerse a lo probable.