El mundo distópico que nos presenta esta novela no nace de ningún cataclismo, sino de una secuencia de hechos que bien podrían partir de la actualidad: ecoterrorismo, represión gubernamental, censura, manipulación… Nos pone en el momento, no puntual claro, donde se está conformando la pesadilla; no cuenta en parte la cadena de acontecimientos que responderían en parte al ¿cómo hemos llegado a esto? Futuro, a partir de tres secuestros dispares donde secuestrado y secuestrador compiten en interés como personajes. Estas tres historias se irán trenzando según evolucionen las respectivas tramas, del mismo modo que los dilemas ético-políticos se entrelazan con escenas de acción. El estilo es efectivo, al servicio de la historia, midiendo bien la intensidad narrativa según el ritmo lo reclama y dejando que los personajes se muestren en sus actos, diálogos o incluso silencios. Bastante visual, no le desmerecería el paso a la novela gráfica que podría aportar ilustraciones espectaculares aunque, bien pensado, tampoco le hace falta porque Juan consigue dibujarlas en, animarlas y darle hasta olor y sabor, predominando el sabor metálico que cala tras la lectura, igual que la idea de que ¡distopía es ahora!