Las serpientes no tienen piernas y os preguntaréis por qué.
Las serpientes no tienen voz y os gustaría escucharlas.
Las serpientes sisean, saboreando el aire en busca de paz.
Sin tener ya su belleza ni la coraza reluciente de su fe, sin su fealdad ni sus queridas serpientes, Medusa se había vestido de jirones hirvientes y brumosos de la furia de mujer y se negaba a dejarse silenciar.
En los primeros párrafos cuesta un poco entrar (¿quizá porque resulta algo confuso?), pero a partir de ahí, todo genial. Es el mito de Medusa traído a la actualidad para hacer denuncia social, y me pa... Más
Tiene una narración impecable y he disfrutado muchísimo de sus descripciones, con una maravillosa elección de palabras para cada momento. El principio te hace un poco difícil el meterte en la historia... Más