Primera parte de Edevane, el oro de las abejas
Edevane sueña con ser maquinista en un mundo donde ninguna mujer lo ha conseguido aún. Sumida en la pobreza y la miseria de una cuenca minera llamada Trinidad lucha por conseguir su sueño. Surco sueña con Edevane y con poderle dar una vida mejor a ella, a su hermano pequeño y a su abuelo. Cuando Edevane consigue su título y tiene que comenzar a trabajar con el hijo del dueño de la estación, Surco descubre que este la está acosando y decide que la única manera de enriquecerse y poder liberar a Edevane de esa situación es poniendo en marcha una vieja y terrible leyenda acerca de unas abejas que fabrican oro. El único inconveniente es que nadie que lo haya intentado ha seguido vivo para contar si es cierta.