—Sí. Sueño que está ahí, parada. Y nos mira. Me mira fijo. Y no sé lo que está pensando. No sé lo que piensa. Y eso me da miedo.
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Cómo es el ruido que escuchás, dice la boca de la mujer, y las gotas de transpiración descienden saladas por el cuello encadenado. Valen entumece. Siquiera respira. Brazos ancla y pies yunque, unido al suelo macizo que lo priva de libertad ¿Me escuchás? repite la boca gigante ¿Cómo es el ruido?
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Y lo misterioso se cuela en la contemplación de Marina: cómo una persona puede permanecer así, tan quieta, tan extrañamente quieta. Marina abre la boca y exhala el humo del cigarrillo que se desparrama en el interior del auto.