Siempre nos han contado que España conquistó América, pero esa no es toda la verdad.
Frente a la América conquistada y colonizada existió otra América habitada por pueblos que jamás se rindieron, nativos que se alzaron una y otra vez contra el opresor, esclavos fugados que crearon sus propios mundos ocultos en selvas y montañas e incluso europeos que se rebelaron contra las autoridades establecidas y eligieron vivir sin reglas, libres, independientes y salvajes.
Ellos forman la América indómita, la de los rebeldes, resistentes y marginales que plantaron cara a los conquistadores o, sencillamente, los ignoraron.
El propósito de esta colección de libros de divulgación, a medio camino entre la historia y el relato histórico, es dar a conocer algunos de los episodios de esta lucha desigual, ceder un espacio a los rebeldes, a los que resistieron al invasor y a los que huyeron del mundo.
Cada volumen, de lectura independiente, está dedicado a uno de esos episodios poco conocidos de la historia americana. En este segundo volumen de la colección: Vilcabamba. La feroz resistencia de los incas.
Tras la caída de Atahualpa en Cajamarca y la conquista de Cuzco por Francisco Pizarro, el inca Túpac Amaru encabezó la marcha de su pueblo hacia la última provincia de su Imperio que quedaba libre: el Antisuyu, que se extendía al este de las cumbres andinas, por un territorio inóspito y selvático. Ahí, en lo más profundo de la maraña vegetal del Amazonas, creó un reino neoinca para resistir frente al invasor: Vilcabamba.
Durante varias décadas, Vilcabamba fue la base de partida y el refugio de los guerreros incas que se empeñaron en una verdadera guerra de guerrillas contra el invasor de su antiguo Imperio, ahora convertido en virreinato del Perú. Y fue también la última esperanza de un pueblo, el último lugar en el que podían orar a sus dioses y sentirse libres mientras todo lo que habían conocido se desmoronaba.
Hoy pocos han oído hablar del reino neoinca de Vilcabamba: la historia la escriben los vencedores y a estos no les gusta hablar de sus derrotas. Pero Vilcabamba existió, y fue un soplo de coraje y valor en tiempos muy oscuros. Esta es su historia.