El más grande aporte que un escritor puede hacer a la literatura es contar, con su visión personal, la cotidianidad que le circunda. Y eso es precisamente lo que hace Diana Zavala en cada uno de los textos que componen este libro.
Diana nos muestra a personajes que se cruzan con nosotros en las calles, gente que de algún modo conocemos o hemos oído hablar retratados desde una especie de Neorrealismo que la autora maneja a la perfección.
A través de una variedad de temas como la frustración, la incomprensión y la violencia la autora construye un discurso narrativo en el que desentraña situaciones cotidianas desde una visión honesta que es una de las obligaciones ocultas de todo escritor.