—¡Hija, levántate! ¡Llegarás tarde! —el espantoso grito de mi madre me saca violentamente de mi éxtasis. Debería estar acostumbrada, se repite mañana a mañana y debo obedecer ya que tengo el sueño tan pesado que casi nunca escucho la alarma de mi teléfono, por lo que ese grito es algo así como su último recurso legal para despertarme.
Me llamo Corinne Hailmark y hoy es uno de los días más maravillosos del año: Hoy es Halloween.