Isabel había escondido una serie de cosas por la casa y mandaba a Ada a buscarlas, dándole pistas. Además, según su hermana, estaban muy cerca del final de juego, de completar el tesoro, y entonces habría una gran sorpresa. Era un juego que a veces daba miedo, aunque Ada ya no era ninguna cobarde, y cada vez era más difícil encontrar la siguiente pieza del tesoro. A veces tardaba días en resolver la pista.
Además era algo entre ellas dos y nadie más, sin que ni siquiera sus padres supieran nada. Eso convertía el juego en algo aún más especial.