El dolor fue atroz. La razón de mi existencia, el ser al que amaba más allá de lo físico, sentimental o humano, mucho más allá incluso de las fronteras del amor concebible, Drake, no era más que un farsante, un mentiroso capaz de manipular mis sentimientos para reclutarme en la guerra eterna contra la materia.
Tras la travesía en Etyram, el velo que me cegaba cayó y, Minaria, el ser que tanto había detestado se convirtió en mi aliada y la que me daría las claves para ejecutar mi venganza.
Con el ángel negro exiliado de mi corazón, Axel se convirtió en mi mayor apoyo, después de todo fue el único que me quiso con total sinceridad; pero, ¿sería capaz el licántropo de lidiar con el monstruo inestable, egoísta y carente de sentimientos en el que me había transformado?
No me detendré hasta devolverle el golpe a la fuente de la antimateria. Recorreré hasta el último rincón del planeta en busca de la morada del mal primigenio y, cuando la encuentre, será entonces el principio de su fin.