—Hola, Sam.
Escuché la voz al mismo tiempo que su dueño se sentaba justo frente a mí. Parpadeé varias veces, confundido y pude darme cuenta que estaba sentado frente a una mesa de madera, frente a mí acababa de sentarse un hombre vestido de bata blanca y que me saludaba sonriente. Giré la cabeza para reconocer el lugar y pude ver que era una especie de parque recreativo. Muchas personas, vestidas de blanco hacían pasear a otras vestidas de gris, como si cuidasen que no cometieran ninguna cosa extraña. Un frenopático, pensé.