A mis treinta y siete años aún resultada agradable. Medía metro setenta y cinco, era delgado, trigueño, de mirada socarrona y sonrisa agradable, al menos eso habían dicho quienes habían tenido que describirme. Vestía adecuadamente, no me sobraba, pero tampoco me faltaba dinero…
Y puestos a seguir reflexionando, parecía un buen tipo. De esos que suelen llamarse buen partido. Aunque debo admitir que de vez en cuando tengo una mala leche de esas que tumban de espaldas.
En fin, mi nombre es Nik Malone, soy detective privado y ésta es mi historia.