Novela muy dickensiana
En esta ocasión os traigo esta novela que no podría deciros el motivo por la que la elegí entre todas las lecturas que tengo pendientes.
Me gustó mucho el diseño de la cubierta y me parecía muy origi...
En esta ocasión os traigo esta novela que no podría deciros el motivo por la que la elegí entre todas las lecturas que tengo pendientes.
Me gustó mucho el diseño de la cubierta y me parecía muy original el título del libro, que ya veréis qué significado tiene si al final leéis el libro. Quizá esos dos componentes fueron decisivos para decidirme.
El libro comienza en la década de los años veinte. A pesar que históricamente hay una dorada época de los felices años veinte en Estados Unidos o los años locos, la historia de este libro se sitúa en ese periodo de expansión económica. Pero nada más lejos de la realidad, la sociedad que se describe en esta novela dista mucho de esos años prósperos norteamericanos y el 5 de enero de 1925 comienza una nueva etapa social para llevar al país a ser glorioso, entrando en vigor la Ley Muda, que prohíbe el uso de cualquier instrumento musical, cantar, tararear, silbar alguna melodía y crear música con cualquier elemento cotidiano. En este absurdo contexto social donde la música se convierte en grilletes, arranca la historia de La casa de los artistas.
Mientras iba leyendo me venía a la mente otra novela conocida por todos los lectores, “Oliver Twist” de Charles Dickens. Las dos novelas tienen bastantes nexos en común. Por un lado, tienen una clara influencia de las novelas picarescas y/o novela gótica. Las dos historias tienen como protagonistas a los niños y son novelas sociales donde destaca sobre todos los males de la época, el trabajo infantil, la inmigración y el tratamiento del mundo en una sociedad sórdida y con pocas esperanzas de futuro.
La casa de los artistas está ambientada en Nueva York de 1925. La ciudad se nos presenta como una sucesión de laberínticas calles y callejones donde se percibe la pobreza, la delincuencia y la suciedad bajo la intolerable Ley Muda que ensombrece aún más la triste sociedad.
Los personajes de esta historia van a ser fieles reflejos de la sociedad y lucharan contra ella venciendo al miedo que les provoca la incertidumbre de un porvenir mejor y los propios miedos personales. Conoceremos a Anya Thompson, una joven irlandesa sin motivos para luchar por vencer sus miedos, a un joven inmigrante mexicano llamado Jaime con un gran talento y una gran ilusión, a Joe el mejor amigo de Jaime, que enarbola una gran bandera blanca con su lucha por vivir. Otros personajes como el entrañable Moët o la arreglada y callada Alizée Binchy.
Encontraremos una lucha contra la sociedad pero también en un canto de amistad, amor y superación. Aviso a navegantes, que habrá momentos de tensión y tristeza, pues es una historia como la vida misma, a veces compasiva pero otras veces cruel y despiadada.
Es una novela de reflexión e introspección donde algunos protagonistas son héroes y villanos.
En cuanto a la estructura del libro es muy cómoda de leer, dispuesta en capítulos cortos y llenos de grandes reflexiones. Hay frases muy profundas y está elegantemente escrito.
La historia me enganchó en las primeras páginas con la extravagante Ley Muda y con una narración fácil y un argumento nada predecible devoré el libro sin darme cuenta. El final es… desconcertante y desgarrador consecuencia inequívoca de la empatía por los personajes.
Es una novela muy dickensiana, llena de ternura y esperanza que te aguijonea con sus finas e imperceptibles palabras.
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