Las ocasiones se repiten; los velos se descuelgan en este trasluz de la dramaturgia; nuestras mentes lo visionan, los ayeres aberrantes, que desgastamos. Y el instante se expansiona en la sangre de los hombres; la muerte es nuestra cegadora; debajo de los pozos la intuimos, esta tormenta de demencias viciosas. Ahora el futuro renace solo; oscila durante nuestro encuentro con los otros originarios; todos lo intuimos, lo pecado con energía; nuestro ser vuelve a trasegarlo, bajo cada acto resquebrajado y con agobio lo moldeamos para redimirlo, para mejorarlo.