En el pasado; los niños eran rebeldes, ellos se partían las caras, la mayoría se ocultaban en sus calabozos y sólo unos pocos salían a limpiar los otros iris, la simpatía era menor que la aversión. Allá, la miseria era la escandalosa, los sabios eran detestados y los reyes seguían en su carnaval de la avaricia. En el presente; los jóvenes aún se tiran balas, se lanzan bombas y se estallan las conciencias. En el ahora; la guerra no se detiene, los combatientes fenecen, la crueldad es mayor que la fraternidad. Aquí, la ignorancia es la alevosa, la subsistencia se enmaraña y los pobres son los enemigos de la ilustración. En el futuro; el hombre será humilde, ellos se darán la mano, juntos irán por el albedrío de la lucidez y en sociedad labrarán la madre naturaleza, la dicha será más diáfana que la elegía. Allá, la magia será la blanca, los amigos serán todos hermanos y la inmanencia volverá a iluminarnos.