Fue un viernes del peor invierno de mi vida. Solo buscaba quemar mi rabia y mi dolor aquella noche en algún tugurio de mala muerte. Pero la vida es aquello que sucede de las formas más inimaginables e imprevistas.
Julia estaba allá, en aquel viejo bar de carretera, llorando en aquella mesa del fondo. Yo no tendría por qué haberle dicho nada. Pero algo me llevó hasta ella. Y así comenzó la historia más grande y dura de mi vida. Una historia que llevo siempre dentro, y que vivirá en mí. Hasta el fin de mis días.