Trilogía de la ambición (de condenas, cuernos, tortillas y colmillos) constituye un ejemplo agridulce de entender el teatro y su vínculo con la naturaleza humana, o viceversa. A quien pretenda encontrar un epígrafe aglutinador, una etiqueta, un referente, se le ha de complicar la búsqueda, ya que este compendio de obras es, de algún modo, muchas cosas al mismo tiempo. Hay un algo esperpéntico en el enfoque y el desarrollo. Hay un hálito tragicómico en el caminar de las tres obras. Hay un despliegue de las acciones en un único espacio.
Esta trilogía propone tres metáforas de la última frontera de la existencia, tres momentos previos al abandono de este mundo hacia el que camina la mayoría de personajes de diferentes modos: a raíz de una pena de extinción, el castigo del Infierno o la desintegración por efecto de los vaticinios ancestrales o la inusitada temperatura climatológica.