Él trabaja en una agencia de modelos como jefe de prensa. El otro día se enamoró de la camarera de un restaurante como si ella fuera pastel de cordero a la Parmentier. Pensó en sus redondeces y en sus agujeros. Y soñó que él era una Black and Decker. Menos lobos, caperucita.
Tiene una vecina al otro lado de la calle que le mira, remira y vuelve a mirar. Él lo sabe y anda por la casa desnudo con el colgador por bandera y con pose de mural egipcio.
Por no hablar de una actriz holandesa que le trae loco.
Este relato erótico, sin vergüenza y sin bragas, va a marcar un antes y un después. Aunque no sabemos, exactamente, de qué.
Por otro lado, se le va a hacer corto. ¡Porque es corto!