Cuesta mucho trabajo creer que una personalidad tan luminosa como la de Gonzalo San Ildefonso pueda escribirnos “Desde lo inhóspito”, entendiendo ese territorio como un lugar poco acogedor. El hombre, como el poeta, transita paisajes que, no siempre, son elecciones propias. La palabra, a pesar de que queda fijada en este libro, es dinámica, y nos lleva en busca de su propio camino, sin otear destino alguno, vaciando la espera, descifrando la belleza y la propia capacidad de generarla, es lo que nos hace mejores.
La poesía de Gonzalo tiene contornos indefinidos, pero es reconocible en su pureza. Al leerlo, recuerdo a aquellos escultores que van deshaciendo el mármol en busca de su interior, en un empeño por prescindir de lo vacuo, mucho más allá de lo evidente.
Escribir es suprimir y buscar el destello de la esencia, aunque a veces confundamos, lo real, lo posible y lo necesario. Amar la poesía nos ayuda a amar a los demás. En este libro no cabe otra definición menos inhóspita.
Juan Andrés Pastor