En la voz de Ventura Ruiz la poesía se libera del papel y transita en lo habitual, se torna cotidiana, real y escuece, como escuece la vida en el presente. En este libro la poeta no permite los puntos suspensivos, ni quiere dejarnos con la boca abierta, incluso nos obliga a cerrar los ojos cuando al terminar la lectura de cada página nos hace dudar de los secretos. Todo está dicho en voz alta, porque hace falta que se sepa todo. También la dedicatoria, breve y profunda como una cicatriz que ya no duele, ni siquiera escondemos: A ti, por irte.
Al fin y al cabo el primer contacto verbal de un ser humano con otro fue a través del oído. Luego llego el beso:
“He recibido de ti un amor de estragos.
En calculada agonía me he ofrendado a ti:
dios tirano de besos venenosos.”
La poeta nos demuestra que si el verso es la unidad mínima del poema, el beso es la unidad del amor y su silencio la soledad, al otro lado de una puerta que se cierra.