A Juan Mantero Ruiz le dije hace años que es un genio, pero él no se quiere enterar. Ahora con el parto de su primer libro, los lectores comenzarán a quitarle la razón a su humildad. No preciso que me la den a mí. Al fin y al cabo, si el sueño de la razón produce monstruos, el contenido de esta publicación tiene que estar muy alejado de la cordura. Lo digo por la belleza de los textos de este poemario, singular y extraño y por la elegante locura de su creador y padre.
Mantero escribe, no sé si con las tripas o con el corazón, pero la tinta de su pluma tiene el calor de una cuchillada en la esquina del tiempo que le gana-como a todos- , aunque él se da cuenta demasiado a menudo y nunca tarde.
Es por vivir y no por lo contrario.
Yo sé que las líneas, a veces se le tuercen para dibujar tanto el dolor como la ironía y sobre todo la esperanza. Lo explicó muy bien Cortázar en una frase sublime y necesaria: "La esperanza es la vida misma defendiéndose".
Me apetece invitaros a leerle este poema mayúsculo y si os place a firmarlo a pie de obra que no de página.
Juan es un alarife de la palabra, capaz de emocionar incluso a quienes aún no le conocemos del todo (tarea inabarcable o inconclusa, como diría él mismo).
Como buen albañil, echa piropos desde el andamio de su rima a quien ve pasar por aquí abajo, porque sus poemas son para pasearlos en voz alta y algunos para cantarlos a pleno pulmón desde la calle, que es donde sucede la vida y la palabra.
Juan Andrés Pastor