Se trata de una singular creación literaria que une el género poético y el epistolar para ceñir una trama en la que los distintos personajes nos cuenten una verdadera historia de amor; que es lo único que importa.
En el epílogo, Juan Andrés Pastor apunta que el carácter poético con el que Carmen Puerta afronta la alquimia de las palabras permanece desde la primera a la última página del libro, cuando dice;
Entre la luz del alba y la noche transitan los abismos de la poesía, como un vértigo que viene desde dentro, como un temblor que nos encuentra solos y nos habla en voz alta.
“…sencilla como una mañana
del mayo dulce, donde nacen
los ombligos del membrillo.
Y otorgo cuando mide mi amor,
siendo mis brazos falso
abrazo forzado,
mientras tú, Ángela,
penetras en mi memoria….”