Adoro el "neorruralismo", la atmósfera cerrada y opresiva de los pueblitos perdidos. Esto es para mí uno de los puntos fuertes de la historia, junto con los personajes y el ritmo de avance de la trama, muy ágil. La puesta en escena de la aparición del nuevo párroco es, desde luego, impactante. A partir de ahí un viajero en apuros tendrá en Ultramort su particular versión de Hotel California (You can check out any time you like, but you can never leave) envuelto en una microparanoia colectiva (¿o no?) liderada por siniestros personajes volcados en la misión de que todo esté dispuesto en el escenario para la fecha clave, 212.
No encuentro tan acertados los diálogos, que a menudo me parecern poco naturales, ni el estilo de la maquetación. El balance, no obstante, es positivo. He pasado un buen (es decir, mal) rato en este pueblo, además de enterarme a posteriori de que existe, a pesar de que lo primero que pensé al leer el nombre del pueblo que era muy forzado y fantasioso. Maldita realidad, siempre empeñada en dejar en evidencia a la ficción...