Despierta junto a un muro de piedras antiguas.
Porta un candil encendido.
La oscuridad que le rodea es casi plena, densa y apenas le permite distinguir los contornos más allá de unos cinco metros.
No solo no recuerda cómo ha llegado aquí, sino que no tiene recuerdos anteriores al despertar.
Sin embargo, no le preocupa, y siente una inquietud creciente por descubrir dónde está. Le gusta la aventura.
Al menos no ha perdido sus habilidades.
Y comienza a dar los primeros pasos en ese misterioso lugar…