Se trata de una space opera que combina lo mejor del Japón feudal de los samurais encarnado por mujeres, eso sí, con una reflexión sobre la colonización, la incomunicación y algo de ecologismo.
Es una mezcla y apuesta arriesgada que funciona muy bien gracias a la protagonista a través de la cuál se hilan todos los elementos. Se hilvanan de manera suave como la seda y nos introduce de lleno a través de esta ambientación y el vocabulario en ese periodo japonés.