Dentro de la novelística cubana del siglo XX, Las impuras se alza en compañía de una virtud prestigiosa: la de diseccionar insobornablemente los nexos entre la moral y el instinto, la convención y la libertad. Miguel de Carrión alcanzó a construir un personaje femenino que rebasa su tiempo histórico.
Su desenvolvimiento, marcado por la tragedia de la ilusión, es excepcional en la medida en que hace de su existencia un orbe donde convergen la pasión, el deseo y la firmeza ética.
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