Siéntate a mi lado, amigo mío, tengo algo que contarte.
Relájate; echa un trago a esa cerveza tibia que tienes entre las manos y enciéndete un pitillo, o una vela, o una mecha. Lo que prefieras. Pero no dudes en encender algo. Nunca está de más un poco de luz en medio de tanta penumbra, aunque las tinieblas siempre terminan engulléndolo todo. Porque no lo olvides, compañero: los monstruos acechan en la oscuridad, y esta es una maldita ciudad llena de sombras.
Así que cierra los ojos y aspira. ¿Acaso no lo hueles? Un selecto perfume elaborado a base de contaminación, sudor y tristeza. Si te esfuerzas un poco puedes incluso distinguir cómo en el ambiente también flota una pizca de esperanza y felicidad, aunque estas se asfixien rápidamente en el humo de los tubos de escape.
Así es Madrid, amigo mío, un espejo gris y deformante en el que verse reflejado, uno que no duda en escupirte a la cara, aunque al menos tiene la decencia suficiente de devolverte la mirada. Como un puñetero abismo.
Y dime, ¿no crees que existe algo jodidamente hermoso en ello?
El espejo del alma es la primera novela protagonizada por el detective Solo, creación de Miguel Martín Cruz y Gema del Prado Marugán que ya ha intervenido en más de treinta relatos repartidos por algunas de las mejores revistas de género. Una novela repleta de demonios, fantasmas, agentes inmobiliarios y demás criaturas malignas y poco recomendables.
Fotoilustrada por Marifé Castejón.