En la pequeña ciudad de Dárbona nunca nada sucede, por eso los tenientes Javier y Daniel Carrasco sintieron un gran alivio, acompañado de algo de excitación, con la llegada del detective Santos Herrera ante aquel descolocado homicidio que los alarmó.
Santos es un hombre serio y perspicaz, como todo detective, pero tendrá que ver cómo se las arregla con unos archivos que solo han acumulado polvo en los últimos cincuenta años.
Junto a su asistente, Melina Cuesta, vivirán una experiencia laboral única que los hará replantearse el concepto de justicia y cambiará sus creencias para siempre.