Los cadáveres brutalmente mutilados de varias adolescentes aparecen abandonados en parajes apartados de Vizcaya. No hay pistas sobre el asesino, nadie sabe nada del misterioso asaltante y lo único que tienen en común todas las víctimas es que son jóvenes solitarias.
Natalia Egaña es una joven forense, recién ingresada en la Ertzaintza, que sueña con hacer grandes descubrimientos y conseguir ascender rápidamente en el cuerpo. Convencida de que tras este caso se oculta un asesino en serie, contacta con Carlos Vega, uno de los detectives encargados. Aunque en un primer momento él no parece muy contento de trabajar con ella, poco a poco van encajando y haciendo los primeros descubrimientos. Al deducir que las víctimas conocen a su asesino a través de Internet, un compañero de Carlos lleva a cabo la detención de Gus, un joven friki estudiante de informática que fue acusado en el pasado de acosar a través de Internet a varias jóvenes. Una vez probada su inocencia, Carlos y Natalia le ofrecen formar parte del equipo de investigación para que les ayude con la parte tecnológica del caso.
Los asesinatos van sucediéndose sin que obtengan más pistas del asesino y cada nuevo crimen va haciendo que se sientan más culpables y responsables. Gus consigue, gracias a la colaboración de dos amigos hackers, colarse en el ordenador del asesino y contactar con una de las posibles víctimas que justo ese día tiene una cita con él. Le tienden una trampa pero el asesino no aparece.