Antes de comenzar la historia tengo que decirte que estaba seguro de haberla visto muchas veces por el rabillo del ojo, pero era tan rápida y escurridiza que nunca conseguí descubrirla. A veces surcando el mar, a varias horas de cualquier puerto, la presentía. Pero cansado de tratar de hallarla, cerraba los ojos y la imaginaba agitando la cola y ondulando su cuerpo para nadar tan rápido como mi buque carguero.