Joseba trabaja en un laboratorio en un mundo en ruinas cuya temperatura mínima ronda los treinta grados. Debido a ello, una enfermedad desconocida se ha propagado por toda la especie humana y sólo parece activarse al alcanzar cierta temperatura. Sin embargo, Joseba parece inmune a ello, así que le encargan todas las tareas pesadas y de mantenimiento, ya que él no corre ningún riesgo en entornos no refrigerados. Y está cansado de ser la última mierda del lugar en el mal menor de lo que queda de sociedad.